Comentario
En el verano de 1944 la guerra llegaba a su momento culminante. Resultaba universalmente evidente que Alemania estaba perdiendo la guerra y que el inmenso esfuerzo desplegado por los ejércitos y las industrias alemanas sólo lograrían retrasar la derrota. Sin embargo, a comienzos de aquel verano, Hitler aun dominaba toda Europa occidental -salvo media Italia- y sus ejércitos ocupaban una importante porción de la Rusia Europea, más Estonia, Letonia y Lituania... El III Reich tenía bajos las armas a cerca de seis millones de hombres y muchos millares de aviones, tanques y cañones.. las industrias alemanas fabricaban ingenios bélicos cada vez más sofisticados y los fanáticos nazis esperaban armas secretas, la gran panacea para aquellos días de retroceso en todos los frentes de lucha. En suma, Alemania aparecía como un enemigo aún muy entero y dispuesto a luchar.
Bastó el verano para cambiarlo todo. El 6 de junio desembarcaron en las costas de Normandía los aliados occidentales y en tres meses tomaron Francia y se plantaron en las fronteras de Alemania. Quince días después atacaban los soviéticos y en seis semanas de lucha empujaron a los alemanes hasta el Vístula. En ese verano, tremendo para Alemania, perdió Hitler más de dos millones de hombres (muertos, heridos, desaparecidos, prisioneros) y a sus aliados: Rumania, Hungría y Bulgaria... En septiembre de 1944, con Alemania retorciéndose bajo los bombardeos aliados, la guerra estaba vista para sentencia...
Y, sin embargo, sacando fuerzas y recursos impensables, el nazismo logró prolongar su agonía, con poderosos coletazos, como las Ardenas o los contraataques en Prusia y Hungría...
Este volumen dedica dos tercios de sus páginas a esa marcha triunfal de un lado y desesperada de otro, pero no podía olvidarse de la guerra en el mar, que será estudiada en el período 1942-1945, apogeo y eclipse del arma submarina alemana. En el mar, sin embargo, la guerra estaba decidida antes que en tierra: a mediados de 1943, los aliados ya eran dueños por completo de las grandes rutas oceánicas y habían decidido a su favor la guerra del tonelaje.